LLUVIA . . . . .
Hace ya más de un año, dos chicas saliendo de su escuela en un día lluvioso se encontraron con una gatita empapada, asustada, sola. Eran tan diminuta que lo más probable es que si la dejaban allí moriría enseguida. Las dos chicas se la llevaron, la arroparon con una manta vieja que una de ellas tenía en el coche, le compraron leche, como pudieron se lo dieron a gotitas con una bolsita de plástico. Decidieron llamarle lluvia por que la pobre estaba tan empapada, famélica y también por el día tan lluvioso en el que se le habian encontrado. Pero enseguida surigió el dilema. Ninguna de ellas podría hacerse cargo de la pequeña. Una tenía varios gatos y su madre seguro no aceptaba ninguno mas, la otra tenía una perra y temía que esta acabara con ella aunque sólo fuera por celos. Muy preocupadas se fueron al veterinario, pero ellos no admiten gatos. ─ ¿Qué vamos a hacer? ─ se preguntaban─ si la dejamos aquí morirá esa noche de frio y de hambre. Pues ella solita no es capaz de comer. Llamaron